Mireya Tabuas sobre Venezuela
Mireya Tabuas, Premio Nacional de Periodismo 1996, sobre la situación de los venezolanos que aún apoyan al gobierno:
“Lo único que les queda a quienes aún son chavistas es la creencia de que no fue Chávez quien destruyó Venezuela, sino que fueron otros”
Periodista y escritora venezolana. Tras una vida investigando temas de interés público y formando a las nuevas generaciones en la Universidad Central de Venezuela hoy vive en nuestro país y entrega sus conocimientos a jóvenes que estudian periodismo en la Universidad Alberto Hurtado. Además de hacer clases, Mireya continúa con su pasión como escritora que la llevó escribir Gato Encerrado, obra por la que fue galardonada en 1996 por la Biblioteca Internacional Juvenil de Múnich. Otro de sus logros más notables es su libro Cuentos prohibidos por la abuela que en 2012 ganó el premio International Board on Books for Young People. Actualmente, además de ser profesora universitaria, imparte talleres de literatura para quienes deseen aprender sobre el arte y los secretos de la buena pluma.
-Pocos son los que aún defienden el régimen de Maduro. La situación de los venezolanos es tan desesperada que no hay quién no tenga noticia de ello. Sin duda, las noticias llegan con la inmigración que ha cambiado el tejido social de varias naciones latinoamericanas, entre ellas, Chile. ¿Cree usted que en Venezuela se cosechó lo que durante décadas atrás las élites habían sembrado?
Antes de responderte la pregunta, lo primero que debo aclarar es que nunca me gustó Chávez, fundamentalmente porque él era militar y porque desde siempre su discurso me pareció populista. Lo conocí en persona; durante su campaña de 1998 fue a El Nacional, el periódico donde yo trabajaba, repartió besos y abrazos entre los periodistas. Reconozco que era como un imán, su energía era impresionante y entiendo que eso arrastró a mucha gente. Más que ideología, para muchos, Chávez representaba pura emoción. Por eso entiendo el poder de atracción que provocó la adhesión de tantas personas. Sin embargo, a mí no me conquistó: pienso que los militares en el poder político son peligrosos, no se han formado para participar ni dirigir esferas civiles. Sin embargo, entiendo que Chávez es el resultado de un estado de cosas y allí respondo tu pregunta. Después de la caída de la dictadura de Pérez Jiménez (1958), en los 40 años de democracia que siguieron, los actores políticos y las instituciones sufrieron un proceso de pérdida de credibilidad y de corrupción cada vez mayor que se concretó en el reparto del poder entre las mismas élites, ajenas a muchas de las necesidades de la población. Había democracia, había diversas políticas públicas inclusivas en educación y salud, pero a la vez había enorme desigualdad: un inmenso sector de la población en la práctica estaba totalmente olvidado, política, económica, social y culturalmente eran invisibles. Y las políticas económicas los estaban ahorcando. En ese contexto emerge este personaje, Hugo Chávez, que a la población le parece “sincero” porque reconoce los errores cometidos por él que llevaron al fracaso del intento de golpe de Estado (4/2/1992) del que fue uno de los líderes. Logra entonces, desde el discurso, generar un vínculo con los olvidados, con ese pueblo que cree en su sinceridad. Por primera vez ven a un personaje público hacer un gesto así. Además hay una frase que él dijo cuando se entrega y depone las armas. Esa frase resonó para ellos como suerte de presagio: “Por ahora los objetivos que nos planteamos no fueron logrados en la ciudad capital”. Ese “por ahora” quedó grabado en la población que se sintió identificada y visibilizada a través de él. En ese momento Chávez se autodefinía como “bolivariano” e incluso llegó a hablar de la Tercera Vía, nunca de socialismo propiamente dicho. No se identificaba como un líder de izquierda, al menos en el discurso público.
-¿Cómo se relacionaba Chávez con el cuarto poder?
Al ganar Chávez la Presidencia de la República hubo un período de unos cuantos meses en los que los medios independientes, en líneas generales, lo apoyaron. Ojo: no estoy hablando de una alianza explícita, fue más bien una especie de paréntesis en el cual los medios, de alguna manera, parecían estar a la expectativa de qué novedades anunciaba el nuevo gobierno, como dándole el beneficio de la duda. Eso no quiere decir que los medios se volviesen blandos. El punto es otro. Lo que quiero decir es que al principio sí hubo una especie de asombro. De hecho, de esa “Luna de miel” formaba parte el mismo Chávez que se sentía muy a gusto con los medios. Sin embargo, muy pronto a los proyectos del gobierno se les comenzaron a salir las costuras. Como es lógico (es nuestra profesión, además), los periodistas empezamos a investigar y nos encontramos con que tras algunas “buenas intenciones” de proyectos gubernamentales en el área educativa, de salud o de alimentación, como las llamadas Misiones, había tanto corrupción como falsedad. Descubrimos que las cifras oficiales no reflejaban la realidad y empezamos a mostrar (y demostrar) que el gobierno estaba manipulando a la población con muchas de sus políticas. Lo mismo pasó con la Asamblea Constituyente, que creó una Constitución con un articulado de avanzada en algunas áreas, pero a la vez, aumentó el período presidencial a 6 años (antes era 5) y se incluyó la reelección inmediata (que no existía en la Constitución anterior de 1961). Ese artículo, que fue muy criticado, dio cuenta de que sin duda el emergente chavismo se encontraba en la búsqueda de mecanismos para perpetuarse en el poder. El eslogan de Chávez fue que sería presidente hasta 2021; sin embargo, la muerte le llegó antes. Pero vuelvo de nuevo a la reelección de Chávez en 2001, tras esta elección aparece la primera declaratoria pública de socialismo (aunque en la Constitución esa palabra no aparece). De ahí en adelante todo se radicaliza con el uso de estrategias como las expropiaciones de empresas privadas, entre otros cambios, para remover de ese modo todo lo que según el chavismo eran las rémoras de gobiernos anteriores.
– Es entonces cuando ustedes empiezan a investigar y a denunciar…
No es que se empieza a investigar y denunciar en ese momento, porque en realidad ya se había hecho antes. Es que cada vez empezamos a descubrir y hacer públicas más irregularidades. Entonces, el gobierno comenzó a radicalizar sus acciones hacia los medios con el fin de controlarlos: acciones que van desde la compra de algunos medios importantes por parte de testaferros del gobierno (medios que inmediatamente cambiaron a una línea editorial aliada con el oficialismo), hasta la no autorización de dólares para la compra de papel periódico para los medios opositores, y medidas aún más fuertes como demandas ante tribunales y el cierre de medios. Asimismo, cada vez que salía a la luz pública un reportaje que revelaba lo que estaba pasando, los periodistas éramos objeto de distintos tipos de amenazas verbales muchas de ellas proferidas por el Presidente en su programa de televisión que se transmitía los domingos y donde decía lo que le daba la gana. Ese programa era de obligatoria transmisión en todos los canales de radio y televisión.
El primer canal televisivo al que no se le renovó la concesión fue a RCTV en 2007. Eso representó un hito, pues RCTV, nacido en 1953, era en ese momento el canal más antiguo y con más audiencia del país. Hubo decenas de protestas para apoyar a este canal. No fue el único, en 2009 fueron cerradas 34 emisoras de radio y otras 250 fueron amenazadas de cierre. Asimismo, se bloquearon numerosas páginas web. En 2017 fueron cerrados 47 medios de comunicación en Venezuela, según información del Sindicato de Trabajadores de la Prensa. Incluso se han encarcelado periodistas y fotógrafos, así como usuarios de redes sociales, como Twitter. También ha habido numerosas demandas en tribunales por parte de altos funcionarios del gobierno hacia medios de comunicación (como El Nacional), dueños de medios y periodistas. Asimismo, se han promulgado legislaciones que solo buscan limitar la información. Y no cabe duda, si comparamos la cantidad de información emanada de medios independientes y la emanada de medios oficialistas podemos asegurar que durante el chavismo fue creciendo una hegemonía comunicacional y la imposición de un Estado-Comunicador, como lo llama el teórico Marcelino Bisbal. Todas estas medidas coartan la libertad de prensa y de expresión. En la actualidad sobreviven muy pocos medios, a duras penas El Nacional (con muy pocas páginas y pocos periodistas) y algunos medios digitales. Pero es muy difícil, muchos periodistas han tenido que migrar por estar bajo amenaza.
-¿Qué explica el rotundo éxito del chavismo además del carisma del líder? ¿Había, en los inicios, una ideología sustantiva tras su propuesta política?
Yo creo al principio la ideología fue la revancha y también la visibilización de esos “otros” que habían sido ignorados por el poder. La ideología, en sí, no tenía ni tres palabras y utilizaba la figura de Simón Bolívar como estandarte. Más adelante, sí se reveló una ideología de izquierda en el estrecho marco de la consigna “patria, socialismo o muerte”. Si le preguntabas a cualquier persona qué era el chavismo, terminaba hablando de Chávez porque no había un sostén real en una ideología que, como tal, hubiese permeado. Además, el discurso se fue construyendo, no para pensar la revolución como cambio, sino a modo de venganza. Bueno, es comprensible porque este tipo de discurso es bastante más fácil de entender, porque además viene de las emociones.
-Por supuesto, incluso a nivel discursivo siempre es más fácil destruir: el construir implica un proceso de prueba y error, en cambio, el destruir es acierto seguro.
Claro, lo que caló principalmente como conexión fue el tema de la venganza.
-¿Y cómo ve usted, que ha cambiado esta sed de venganza en el presente? ¿Hay alguna toma de consciencia respecto a que el hambre y las paupérrimas condiciones son el resultado de ese tipo de discurso?
Quienes aún siguen siendo chavistas continúan pensando que la culpa de todo la tiene EE.UU. De hecho, el presidente Nicolás Maduro lo sigue repitiendo a cada rato: culpa la escasez y la inflación, a la intervención del “imperio” y elude así su propia responsabilidad. Hay quienes aún le compran esa idea. Yo pienso que quienes aún creen en ese discurso, lo hacen porque eso es lo único que les queda, pues si pierden eso, pierden todo, quedarían desnudos ante una verdad: el país fue destruido por el propio chavismo, por su corrupción e ineficacia. La ciudadanía, en general, en estos momentos no tiene acceso ni a la salud, ni a la educación, ni a la alimentación, no hay alimentos básicos ni medicinas en el país, y cuando los hay son muy costosos; muchos no mandan a los hijos a las escuelas porque no tienen dinero ni para el transporte ni para la comida. Entonces, claro, ante esta derrota en lo cotidiano, ante una población que está sobreviviendo, lo único que les queda a los chavistas es la creencia de que no fue Chávez quien lo hizo, sino que fueron otros: la mano negra de afuera. Y yo creo que miles de personas lo dicen y lo repiten simplemente porque no están dispuestas a perder al “padre”. Eso es muy latinoamericano: sufrimos por la ausencia de padre y Chávez usó la carencia de esa figura como bandera; fue el “papá” que muchos estaban esperando.