• País Justo
  • Nosotros
  • Principios
  • Campañas de radio
  • Charlas
  • Contáctanos

ÚNETE A PAÍS JUSTO
Menu
  • País Justo
  • Nosotros
  • Principios
  • Campañas de radio
  • Charlas
  • Contáctanos

Kafka al paredón

6 abril, 2018

Compartir

“Toda revolución se evapora y deja atrás sólo el limo de una nueva burocracia.”

Franz Kafka

Me gusta Kafka porque sus personajes son imperfectos y falibles. Cometen crasos errores siguiendo una supuesta estrategia, pero en realidad son presa de una trama fatídica inexorable. En “El Castillo”, el protagonista K. sigue un plan totalmente absurdo (seduce a la mujer del hombre que podría ayudarlo). En “El Proceso”, en cambio, Josef K, sin demasiada conciencia, toma la estrategia de seguir el conducto regular: la burocracia.

Un día cualquiera, Josef K es arrestado e informado de que será procesado. De pronto se encuentra perdido en una pesadilla de trámites inútiles y extenuantes. Él no recuerda haber hecho nada malo y ahora debe recorrer sucias oficinas públicas, buhardillas asfixiantes, abogados dudosos, todo el hermético tribunal. Tomemos en cuenta que, durante “El Proceso”, ni el protagonista, ni el lector, conocen los cargos de los que se acusa a K. que, de súbito y sin previa condena, es ejecutado en un sitio eriazo por la policía. Si bien el lector ve venir la muerte de K, no comprende cómo se llegó a esa instancia.

Una pequeña confusión, un lapsus burocrático, un ínfimo error del Estado. K no tenía nada que decir respecto a su propio destino y una vida humana poco le valía a la institución. De esta tragedia injusta y absurda, quedamos con una sensación de desolación, de total impotencia frente a los designios del Estado.

Ud. podría decir: “Esto no sucede en una democracia sino en un totalitarismo, porque en democracia hay juicio y condena”. Pues existe una amplia gama de democracias con tendencias totalitarias, progresistas y socialdemócratas, que de a poco se van arrebatando las libertades individuales y el Estado comienza a jugar un rol cada vez más preocupante sobre las vidas de las personas. Por ejemplo, hoy en Chile (al igual que en otros países democráticos) se está cocinando una ley contra la libertad de expresión, derecho humano fundamental, cuando ésta se expresa con “odio”. Usted pensará: “yo no me expreso con odio”. El problema es que eso no lo determinará usted sino aquel que se sintió ofendido y, en última instancia, lo determina el Estado que puede meterlo preso por eso (el escenario perfecto para tomar presos políticos, por cierto). A usted le dirán que la ley contra la incitación al odio es por su propio bien, para que nadie lo agreda verbalmente. Pues el día de mañana dicha censura podría caer sobre usted, si el gobierno de turno considera que sus palabras son ofensivas. Así el Estado puede ir controlando de a poco nuestras vidas- si no le ponemos atajo.

Una amiga me dijo que no soportaba leer a Kafka porque la angustiaba sobremanera. Algo tiene de razón. Pero, fuera de su muy alta calidad literaria, Kafka nos deja una enseñanza: “no dejes que el Estado se apodere de tu libertad”.

 

  • No es justo
  • Ojo con la cultura
  • Opina aquí
  • Se puede
  • Yo lo viví
  • Galería

© 2018 País Justo, Todos los derechos reservados.