“En Chile se legisla bajo el mito de que el empresario es el malo”
Entrevista a Juan Pablo Lepin Leonelli, abogado, empresario del negocio gastronómico, Director Ejecutivo de la Multigremial de la Araucanía:
Dice de sí mismo haber crecido “con las manos en la masa”. Y es que desde muy joven ayudó a su madre, María Elvira Leonelli, a quien el sueldo de profesora en la localidad de Capitán Pastene no le alcanzaba para sacar adelante sola a sus dos hijos. Ella les dio el ejemplo al emprender en el negocio gastronómico, creando la primera fábrica de pastas en el pueblo. A pesar de vivir su infancia y juventud lejos de su familia, por sus estudios escolares en Traiguén, Juan Pablo sabía que el esfuerzo y no la victimización es el fundamento del éxito. Así fue como la excelencia pasó a formar parte de su vida y logró estudiar derecho en la Universidad Católica de Temuco con las becas y créditos que obtenía gracias a su excelencia académica. Hoy, a sus jóvenes 31 años mira hacia atrás y tiene una historia que contar a quienes buscan un camino que sirva para emprender e innovar en base a su experiencia con las cuatro Trattorias “Capitán Pastene” funcionando en Pucón, Concepción, Temuco y naturalmente, en el pueblo del mismo nombre. Podría pensarse que con su actividad empresarial Juan Pablo da por completo su quehacer diario. Sin embargo, su ánimo incansable por representar y ayudar a los empresarios de diversos sectores lo ha llevado a formar parte de la Multigremial de la Araucanía, entidad que reúne a los ocho sectores productivos más importantes de la región. En este marco, Juan Pablo ha realizado diversos estudios sobre las políticas públicas que afectan a los empresarios y el emprendimiento. Entre ellos destaca el análisis y redacción de informes sobre la Ley Indígena, que han servido a distintas organizaciones como la OIT y a relatores internacionales de derechos humanos para comprender mejor la difícil situación que afecta a la Araucanía. Sobre éste y otros temas conversa Juan Pablo con “País Justo”.
La infancia en tierras sureñas, una vida en pensión lejos de tu madre, son desafíos que los niños de zonas rurales y apartadas enfrentan a menudo. ¿Qué les dirías a quienes hoy recorren los mismos lluviosos caminos que transitaste con la maleta al hombro en tus primeros años de vida?
Les diría que se puede, aunque uno logre arrastrar el peso de su maleta apenas entre el terminal de buses, la pensión y la casa… son tiempos duros que nos enseñan el coraje ante la vida, a ser responsables y a valorar. No es que debamos agradecer las dificultades, pero sí darnos cuenta que si estamos estudiando y tenemos la oportunidad, los padres deben ayudarnos- como lo hizo mi madre- a confiar en nosotros, en que somos capaces de llegar a ser los mejores y superar los obstáculos.
Ciertamente, para tu madre no debe haber sido fácil darte apoyo estando sola, viviendo en Capitán Pastene, ni menos aún mandarte tan pequeño a estudiar a Traiguén. Podríamos decir que esas son dificultades propias de la vida, desafíos insoslayables. Sin embargo, hay otros tantos obstáculos que no podemos atribuir al destino, puesto que los creamos nosotros mismos desde posiciones de poder que coartan libertades y, por tanto, impiden la realización de las personas. Si fueses ministro de Economía, ¿qué políticas públicas implementarías para reducir ese tipo de obstáculos?
Pienso que lo primero que debe cambiarse son las condiciones que ofrece el Estado para emprender. En lo que respecta a la Araucanía necesitamos un clima de paz que promueva la inversión. Y en el caso del emprendimiento en general es necesario facilitar la creación de empresas; en esta materia la reforma tributaria complicó mucho las cosas. Lo mismo sucede con las leyes laborales. En mi rubro, de los restaurantes, crearon la reforma del turno cortado que te dobla la carga impositiva mensual. Antes las cuatro horas en que el restaurante estaba cerrado entre almuerzo y comida no había que pagarlas porque no se trabajaban. Ahora hay que pagarlas, lo que implica más costos. Por otra parte, uno siente que el poder de intervención del Estado es cada vez mayor y no precisamente en la creación de condiciones que favorezcan el emprendimiento, sino más bien en dirección a un aumento de las regulaciones que impiden hacer cualquier tipo de contrato más específico con los trabajadores o pactar según las particularidades que presente el negocio. En lugar de llenarnos de trabas burocráticas- que siguen siendo trámites eternos porque no se han incorporado las tecnologías pertinentes- la política pública podría promover un acceso al financiamiento con tasas diferenciadas entre micro empresas, pequeñas y medianas, por darte otro ejemplo. Lo mismo para el régimen tributario. ¡Y para qué hablar del alza de impuestos! En esta ocasión se hizo para aumentar la gratuidad lo que a mi juicio es un error. Si ya iban a invertir en algo debieron preocuparse por la calidad, eso es lo que realmente hubiese hecho un cambio, permitiendo a los padres conservar una libertad real: la libertad de elegir para sus hijos entre buenos establecimientos. Eso no es lo que sucede hoy cuando la oferta, salvo excepciones, no es realmente buena.
Desde el mundo empresarial, ¿qué crees se podría hacer para mejorar la situación de los emprendedores, personas creativas que agreguen valor?
Al mundo empresarial le falta lo mismo que le falta a la derecha. Y esto te lo digo siendo un empresario de derecha. Me refiero a invertir en las personas, no sólo en las empresas. Por poner un ejemplo: la izquierda cuando ve a un cabro que a los 18 tiene potencial lo manda a estudiar afuera y después le hacen un espacio otorgándole un cargo y luego lo mandan a doctorarse y le publican sus libros y le hacen el espacio.
Sin duda que esas redes generan una lealtad indestructible…
Claro, y además a la derecha y al empresariado les falta hablar sobre cuánto contribuyen al bienestar general o quizás lo hacen pero no llegan a la gente. Falta poner energía en trasmitir lo bueno del sector empresarial desde páginas web, libros, entrevistas, lo que sea. La Fundación de Axel es un ejemplo de lo que no se hacía antes y que hoy se está haciendo, pero falta mucho. En cambio, las fundaciones de la gente de izquierda llevan años funcionando con estudios, publicaciones y seminarios que generan masa crítica.
Acá en la Araucanía nadie prepara a los jóvenes ni a los hijos de las personas que podrían ejercer influencia a favor de las ideas de la libertad. El otro día conversaba con el hijo de un agricultor súper famoso. Él es cientista político, tiene un padre renombrado pero está sin pega. Ahí hay un problema porque un cientista político de derecha debiese de ser valorado, en vistas a la escasez de ese tipo de profesionales en nuestro sector. Con suerte salen dos o tres al año, pero están sin pega porque la derecha no tiene fundaciones que se dediquen a esto o muy pocas. Entonces la derecha, los empresarios y el centro político debiesen de invertir en las personas y después pensar en cómo vamos a crecer. Además de entender cómo llegar a la sociedad con ideas que contribuyan a la libertad.
Y por parte del Estado, ¿qué es lo que, a tu juicio, explica la falta de políticas públicas promotoras del emprendimiento?
En mi experiencia se ha creado un mito de que el empresario es el malo y se legisla con esa idea. Es curioso que diversos sectores políticos no vean que nosotros somos los que damos trabajo y que gracias a nuestra creatividad y empuje se sostiene parte importante de las familias en nuestro país. Pero además, cierta parte de la ciudadanía ha llegado a la convicción de que cuando ven a alguien que le ha ido bien, piensan que robó, le ayudaron con pitutos o tuvo suerte, cuando la mayoría de las veces los éxitos son producto del esfuerzo de cada uno. Nosotros sacrificamos tiempo, familia, disfrute y nos endeudamos hasta perder el sueño. La gente no entiende lo que es la meritocracia porque nunca se le ha enseñado. Viven como detrás de un velo.
Bueno, sabemos que parte del mito de la maldad intrínseca del empresario nace de la convicción de que se necesita crear mecanismos para poner un límite a un instinto de lucro que muchos aseguran, escapa a lo razonable.
Está claro que es fundamental tener una legislación que proteja los derechos del trabajador cuando éstos son vulnerados. Pero ¡por favor! Los empresarios no escapamos a la realidad de los demás ámbitos del quehacer humano: siempre y en todos lados encontrarás personas buenas y otras que no lo son. El problema es que en Chile el mito de que el empresario es malo ha ido tomando una fuerza que no es representativa de la realidad. Y esta creencia falsa es la que ha llevado los asuntos hasta en extremo tal que nuestra legislación se inspira en dinámicas prohibitivas y una sospecha permanente sobre el quehacer empresarial. Todo se regula a favor del trabajador y de forma prohibitiva para el empleador. Desde las horas extras hasta el turno cortado. Cuando la Dirección del Trabajo te inspecciona está buscando cómo afectarte, la actitud nunca es de asesoría o inspirada en la posibilidad de mejorar aspectos de la relación laboral. Incluso cuando vas a la Inspección ellos ni siquiera te escuchan, tienen una opinión formada.
Además, sucede que el exceso de legislación cuando limita la libertad en el ámbito empresarial, refuerza las redes clientelares e incentiva la corrupción.
Eso es así. De hecho una parte importante de las políticas públicas, en lugar de promover el emprendimiento y ayudar al sector empresarial que genera el empleo, tiende a fortalecer los lazos clientelares con los políticos. Las peores políticas son las que tratan de hacer una discriminación positiva respecto a ciertos grupos sociales cuyo único fin es capturarlos como votantes. Lo más grave es que dañan la democracia cuando no se respeta la institucionalidad que la sostiene. Por ejemplo, acá en la Araucanía, sin siquiera tener en consideración a las víctimas y el daño al derecho de propiedad, podemos decir sin temor a equivocarnos que lo que se está vulnerando es el estado de derecho, es decir, la democracia misma. Y esto ha sido pasado por alto por este gobierno saliente. Los encapuchados y los actores violentos en general constituyen una violación a los derechos humanos de sus víctimas y eso no se ha querido reconocer.
Situación en la Araucanía
Y desde tu posición como miembro de la Multigremial de la Araucanía, ¿qué consideras es lo más difícil en la relación empresa Estado?
Esencialmente la seguridad, que es sin duda la condición básica para emprender. Y es que los costos se te disparan cuando tienes que contratar sistemas de seguridad, tomar seguros carísimos, enfrentarte a las pérdidas permanentes por la violencia de ciertos grupos, etc. Hoy en día quien quiera invertir prefiere hacerlo 100 kilómetros hacia el sur o hacia el norte, pero por ningún motivo lo hace acá. Acá no tenemos ni paz ni seguridad, y eso es lo mínimo que se exige para que cualquier proyecto sea rentable. Pero además, los empresarios se están yendo. Acá el 80% de lo que se invierte son dineros públicos y el 20% privado y los índices de pobreza y desempleo no mejoran. Eso te prueba que los problemas de las personas no los resuelve el Estado. No sacamos nada con gastar en subsidios a la vivienda, a las tierras, construir carreteras, si no hay un sector empresarial que genere empleos. Y eso considerando que en esta zona la mayor parte de las empresas trabajan para el sector público. Por lo tanto, acá tampoco tenemos un encadenamiento productivo o alianzas entre lo público y lo privado para el desarrollo de las condiciones que se requieren con tanta urgencia. Por ejemplo, no hay franquicias tributarias para Malleco que es una de las zonas más pobres de Chile, pero sí las hubo en Lota cuando cerraron las minas de carbón. Se podrían hacer muchas cosas, pero necesitamos una clase de dirigentes con altitud de miras y proyección, que fomente el diálogo entre empresarios y gobierno.
¿Y cómo evalúas tú el rol de las políticas públicas en relación con los temas indígenas?
El problema es que los mapuches al no poder vender ni arrendar, no se pueden asociar con un privado para, por ejemplo, desarrollar un proyecto frutícola. Tampoco se les permite hipotecar las tierras que les entrega el Estado y por tanto, no tienen acceso a la banca como cualquier chileno. Nosotros en la Multigremial hemos hecho estudios y propuestas concretas. Según nuestros cálculos, del 30% de las tierras entregadas, el 60% están abandonadas. Pensamos que si se les deja arrendar o hipotecar, aunque muchos no hagan nada, eso abriría las puertas a que lleguen inversionistas de modo de que quien quiera pueda mejorar su situación en alianza con los demás gestores de negocios que tienen la experiencia y el capital. Así es como se solucionó el conflicto indígena en Australia, donde no es que el Estado haya solucionado los problemas. Lo que éste hizo fue darles a los indígenas ciertas libertades de emprendimiento. Aplicado a nuestra realidad, quienes tienen tierras que sirvan al desarrollo de proyectos turísticos o inmobiliarios debieran contar con la libertad de asociarse y así tendrían más utilidades que si pasaran cincuenta años cuidando un par de vacas y plantando trigo. Pero acá no se puede.
Lo que sucede es que desde el gobierno se intenta que las tierras entregadas permanezcan en manos de los pueblos originarios de modo de saldar la deuda histórica de una vez y que no se repita la situación por demanda de tierras ancestrales en el futuro.
Es que nuevamente llegamos al mismo punto que comentábamos antes. En Chile se legisla bajo el manto de la prohibición porque se parte mal; o sea, si tú le estás devolviendo tierras a alguien, lo mínimo que debieras exigir es la firma de un finiquito que señale -de aquí en adelante y para todos los herederos- que ya se les pagó la deuda, pero eso no se está haciendo. Así, esta inspiración prohibitiva de la legislación deja a los mapuches con los mismos derechos que un interdicto tiene sobre su propiedad. Tienes que pedir autorización para subdividir, para vender sólo lo puedes hacer con autorización de la Conadi permutando por un terreno de igual valor… esa sí que es una legislación prohibitiva y que promueve el asistencialismo estatal para mantenerlos siempre ahí. Y ten en cuenta que hoy en día el 65% de los mapuches son urbanos. Difícil que salgan delante de ese modo.